Me desperté con ganas de orinar; gracias a mi
joven cuerpo de treinta y picos de años me permitió de un solo y ágil
movimiento levantarme de la cama y
dirigirme al baño; curiosamente no hice nada, volví a la cama y me acosté. Mi
mujer, que estaba profundamente dormida, se despertó y sin abrir los ojos me
preguntó: ¿ESTÁS BIEN MI AMOR?... yo no le contesté nada, me di vuelta dándole
la espalda, ya que estaba enojado por una discusión que tuvimos durante la
cena, no recuerdo el motivo, seguramente era algo sin importancia. Mi primera reacción
fue darme vuelta y abrazarla, pero mi amor propio, mi orgullo, mi enojo, mi
estupidez, me hicieron desistir y mantener mi actitud indiferente hacia ella.
Nuevamente sentí las ganas de orinar y me quise
levantar, pero ésta vez me costaba incorporarme, me dolían las articulaciones, a duras penas
pude ir al baño y cuando regresé a la habitación mi esposa ya no estaba, sobre
su mesita de luz estaba la radio que a veces escuchaba a bajo volumen para no despertarme
y un portarretrato con su foto y una flor que lo acompañaba. En
ese momento me di cuenta de mi triste realidad, ya habían pasado muchísimos
años y yo estaba viejo, solo y ya nunca más iba a escuchar ¿ESTAS BIEN MI
AMOR?...
¡¡¡Lo anterior había sido solo un sueño¡¡¡
Hubiera dado todo por volver a esa noche,
abrazarla y dormirnos juntos, pero ya era tarde. Me puse a llorar
desconsoladamente hasta el amanecer, cuando mi amargura comenzó a mezclarse con
el bullicio de los estorninos que
anidaban en un árbol que habíamos plantado con mi señora en el jardín de casa.
Desde épocas ancestrales el hombre se enfrenta a una
condición, que a menudo, al momento de manifestarse lo sumerge en un estado de
infelicidad profunda. Esa condición a la cual nos referimos, es la incapacidad
de los seres humanos para poder, muchas veces, valorar las cosas; ya que para
valorarlas necesita perderlas.
Mucho se ha hablado y se sigue hablando del porqué “las
cosas se valoran cuando ya no se tienen” y éste hecho, fue y es motivo de análisis,
estudio y reflexión por parte de diferentes corrientes filosóficas,
científicas, libres pensadores y todas las personas que han experimentado esa
situación, y la conclusión es que, hay tantas opiniones como cabezas hay en el
mundo.
Cuantas veces las personas han expresado su deseo de
volver el tiempo atrás y poder así corregir y valorar momentos desperdiciados.
Pero eso es imposible, ya que la línea del tiempo es unidireccional y es
inexorablemente hacia adelante, nunca hacia atrás.
Entonces, todo indicaría que no existe una “cura
definitiva” para esta condición y las personas estarían condenadas a seguir
arruinando y perdiendo momentos felices de sus vidas por no saberlos valorar.
Ahora bien, si no existe una cura definitiva lo que sí
podemos hacer es tratar de implementar lo que llamaríamos una “vacuna mental”,
recordemos que por definición una vacuna es una
preparación de una sustancia que
permite la formación de anticuerpos y que tiene la capacidad de generar una respuesta inmune
dentro del organismo. Dicha respuesta de ataque permite el desarrollo de una
memoria inmunológica que produce, por lo general, inmunidad permanente frente a
la enfermedad.
Para lograr éste objetivo debemos recurrir a la maravillosa capacidad que posee
la mente de poder retroceder en el tiempo y evocar recuerdos de nuestra vida,
como así también adelantarse en el tiempo y crear situaciones imaginarias que
todavía no sucedieron. Es decir, podemos en todo momento avanzar mentalmente en
el tiempo e imaginar cómo sería nuestra vida sin la compañía de un ser querido,
sin salud, sin trabajo y sin tantas otras cosas que a menudo no pueden verse por
estar absortos en situaciones superficiales e intrascendentes. Si tomamos como
ejemplo el relato inicial, que hubiera pasado si el joven al regresar del baño
y al escuchar a su esposa preguntándole “¿estás bien mi amor? “, a pesar de su
estúpido enojo, se tomaba unos segundos para imaginarse como
sería su vida dentro de muchos años y poder verse solo, viejo y triste, con
toda seguridad que su actitud hubiese sido completamente diferente y se abría
dormido feliz abrazado a la persona que amaba y era correspondido.
Todas las personas poseen la capacidad de comenzar a
valerse de este maravilloso recurso mental, solamente tienen que aprender cómo
hacerlo.
En los Cursos- Taller de Autohipnosis enseñamos una
técnica basada en respiración profunda, relajación ordenada y visualización
enfocada que nos permite poder valorar cada momento y vivirlo con plenitud y
felicidad.
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Dra. Alejandra Bustos - Prof. Daniel Denice